3.03.2009

Estos días se me cortó la bendita paz. Resulta que van a cambiar el piso de la mitad de mi casa , lo que hace que todos los días a las 8 a.m venga una ola de señoritos con martillos y esas cosas obrerísticas a taladrarme los oídos hasta hacerme levantar de la dulce cama. A eso se le suma que tengo que ir al dentista todos los martes porque por la divinidad de los nervios que dios y satanás me implementan tengo las encías más inflamadas que una panza de embarazada, por ello debo usar pasta de dientes de oro (para no decir que me cuesta un ovulo del ovario) que tienen un gel especial, y otros utensillos no muy adorados por mi dentadura. Fue muy gracioso ir hoy a su consultorio porque mi apariencia era de lo menos decente: Pelo sucio, una oreja con un alfiler clavado, la otra con stickers, un brazo pintado que decía Miau, una remera con agujeros en la espalda y mi mejor cara de "No hay nada más lindo que levantarse temprano para ir al dentista". Al menos el jueves me voy a anotar al curso y como para ir equilibrando con alguna noticia más agradable, la Feme empieza conmigo. Somos como el tampón y la sangre (sé que hoy en Musimundo te dió una gran imagen cuando te lo dije).

Por otra parte el tema del futuro hijo de mi hermana ya me está agobiando. Todo genial, un nuevo bebé en la familia, pero no pretendan que YO, justo YO , la que menos soporta a los bebés le cambie un pañal o algo por el estilo porque no pienso hacerlo. El día que sea madre, lo haré, pero hoy por hoy prefiero seguir comiendo chicle mientras escribo en el blog.No es que no lo valla a querer, al contrario, pero no soy de esas que se encariñan con los pequeñuelos hasta cuando se les chorrea el vomito.
Ahora estoy en la casa de mi vieja porque dadas las circunstancias obreras de la casa de mi viejo tuve que venir acá para comer y bañarme. Más tarde la voy a ver a Soli y seguramente se queda a dormir.
Pd: Me olvidaba, ayer casi le mando un mensaje a él a la noche pero ni bien comenzé a escribirlo lo borré todo. Solo fue un raye, y no voy a dirigirle la palabra porque el no se merece más que mi ignorancia. Que se curta.

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