10.03.2009

Sus movimientos eran captados por cada uno de mis sentidos,y sus pupilas penetrantes originaban que éstas mismas, se acoplaran perfectamente con las mías. De un microsegundo a otro, todo ruido, toda emisión de sonido se desvanecía en un silencio amplio y extenso. El mundo se detenía lentamente, el aire dejaba de deslizarse en derredor, el tiempo se detenía y las luces y los colores, se apagaban en una oscuridad inmensa. Cada partícula ajena a nosotros desaparecía: nada nos chocaba. Nada nos detenía.Ya nada existía...Excepto él,y yo. Y esa respiración.
Y mis percepciones perfectamente detalladas reviviendo cada sensación, cada efímero segundo del recuerdo de una tarde ordinaria en un sillón aún más ordinario. Fueron esos minúsculos momentos los que hoy resurgen con eco en mi cabeza, acomplejando el olvido. Momentos en los cuales sus movimientos eran captados por cada uno de mis sentidos, y sus pupilas penetrantes originaban, que éstas mismas, se acoplaran perfectamente con las mías.

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